Bautizado el príncipe Gustavo Alberto, primer 'royal' nacido por vientre de alquiler

El príncipe Gustavo Alberto, con sus padres: los príncipes Gustavo y Carina de Sayn-Wittgenstein-Berleburg.
El príncipe Gustavo Alberto, con sus padres: los príncipes Gustavo y Carina de Sayn-Wittgenstein-Berleburg.
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El príncipe Gustavo Alberto, con sus padres: los príncipes Gustavo y Carina de Sayn-Wittgenstein-Berleburg.

Ha tenido lugar en la capilla del castillo de Berleburg, en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia, en Alemania. Allí, un rito histórico se ha dado la mano con una polémica moderna este pasado sábado. Porque fue allí y entonces cuando un príncipe nacido por vientre de alquiler era bautizado por primera vez.

Se trata del príncipe Gustavo Alberto zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg, único hijo de los príncipes Gustavo y Carina de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, y quien el pasado mes de mayo se convertía asimismo en el primer miembro de una casa real europea en nacer por gestación subrogadalo cual ocurrió en Estados Unidos, ya que en el país germano esta práctica está totalmente prohibida—.

Explican desde La Vanguardia que el pequeño tuvo seis padrinos, siendo el más conocido de ellos el príncipe Cristián de Dinamarca, primogénito de los príncipes herederos Federico y Mary de Dinamarca y que en apenas un par de meses cumplirá la mayoría de edad.

Además, la familia real danesa estuvo más representada, dado que también acudieron los propios Federico y Mary, así como la princesa Benedicta, abuela materna del recién nacido y hermana pequeña de Margarita II de Dinamarca —y hermana mayor de la reina Ana María de Grecia—.

Los príncipes Gustavo y Carina, de 54 y 55 años respectivamente, respiran ahora por fin aliviados después de varios años de problemas judiciales que finalmente se han saldado a su favor. El pleito, una demanda de un pariente del príncipe, Ludwig Ferdinand, que reclamaba parte de la herencia así como la jefatura de la casa Sayn-Wittgentein-Berleburg, se resolvió en 2020.

Sin embargo, hasta 2022 no se pudieron casar Gustavo y Carina, dado que un tribunal alemán había de dirimir sobre el testamento del abuelo del príncipe Gustavo, que establecía unas reglas muy estrictas y precisas para los consortes de dicha casa real. La justicia ha entendido que dicho testamento ya no era vinculante pues, explicó un portavoz de la familia, "las ideas de la era nazi ya no tienen ninguna base legal o moral".

Fue tras la boda cuando comenzaron los trámites para tener un heredero, decantándose por la opción de un vientre de alquiler.

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